Lic. Albareda La “Sin nombre” no es una zamba, ni una estancia de la provincia de Bs.As., ni se debe a mi falta de creatividad para ponerle nombre a la Columna de este mes. La “Sin Nombre” refiere a una sociedad, no tanto carente de normas sociales, sino más bien por su degradación. O sea, cuando decimos, en el colmo de la sorpresa: “¡Esto ya no tiene nombre!” Un señor llamado Emile Durkheim lo denominó ANOMIA (a-nomia, o sea, sin-nombre) a este menosprecio por la normatividad, a esta “locura” social. Durkheim sostenía que cuando se borran los límites, los deseos y las pasiones se vuelven desmedidos. Comienzan a aparecer conductas que los psicólogos llamamos “ acting out ”. De nada sirve pedir leyes más severas si quienes deben aplicarlas (madres, padres, maestros, profesores, guardas, instructores, supervisores, directores, jefes, jueces…) no están convencidos de la necesidad de esa severidad, o flexibilizan de tal manera que ya no se reconoce el límite entre j